INFLUENCIA DE LA ILUMINACIÓN EN NUESTRA SALUD Y BIENESTAR (3)

LUZ, DISEÑO Y AHORRO ENERGÉTICO

Para poder salvaguardar el medio ambiente y fomentar un desarrollo sostenible, tenemos que ser conscientes de nuestra responsabilidad en el ahorro de los recursos naturales.

Si nos paramos a pensar en las actividades que desarrollamos durante el día, veremos que casi en todas las horas estamos consumiendo energía eléctrica.

Consumimos electricidad por nuestros electrodomésticos, la iluminación, la climatización del hogar, aparatos electrónicos, los sistemas para el suministro del agua caliente sanitaria…  Todo esto nos proporciona mayor comodidad y mayor calidad de vida pero debemos ser responsables en su uso.

MEDIDAS PARA AHORRAR ENERGÍA EN LA ILUMINACIÓN

La primera medida, sin ninguna duda, es aprovechar al máximo la luz solar. La luz natural reproduce muy bien los colores, evitando la fatiga visual, contribuyendo al confort visual en el trabajo.  

Horas de luz natural – 21 de junio  – 15h  y 1 min  –  En mi situación geográfica

Unas grandes ventanas, con cortinas de materiales que dejen pasar la luz, en estancias con acabados en colores claros, harán que encendamos la luz cuando ya no haya suficiente luz natural. No debemos olvidar que la luz del sol es gratis.

Planificar y zonificar la iluminación:

1. Calcular el nivel de iluminación necesario, según requerimiento de cada actividad a realizar en cada espacio.

2. Elección del tipo de lámpara a utilizar, buscando la mayor eficiencia energética junto con el mayor índice de reproducción cromático.

3. La elección de las luminarias debe basarse en el requerimiento de las actividades a realizar en el espacio a iluminar y, no dejarlo sólo a una mera razón estética.

4. Disposición eficiente de las luminarias.

Utilizar Iluminación localizada (puntual) en la zona de uso, permite crear ambientes diferenciados dentro de una misma estancia, consiguiendo ahorrar al no encender las luces generales, necesarias para iluminar toda la estancia.

Instalar reguladores de iluminación que permiten ajustar la intensidad de luz en función del momento o la necesidad concreta.

Olvidarse las luces encendidas cuesta caro, por lo tanto, no se debe olvidar apagar la luz al salir de una habitación.

Instalar detectores de presencia en las zonas de paso, estancias de poco uso o zonas exteriores. Automatizando el encendido y el apagado de la luz se evita el consumo innecesario. 

Aprovechar las opciones de iluminación solar, son fáciles de instalar y casi no requieren mantenimiento.

Mantenimiento de las luminarias: Limpiar con regularidad las fuentes de luz para que no se acumule suciedad que dificulta la correcta difusión.

La utilización de Human Centric Lighting permite el ahorro de energía y mejorar la salud de las personas.  HCL es un concepto de iluminación que persigue equiparar la luz artificial a la luz natural para evitar la alteración de nuestros biorritmos.

INFLUENCIA DE LA ILUMINACIÓN EN NUESTRA SALUD Y BIENESTAR (2)

DISEÑAR CON LA LUZ

EL COLOR DE LA LUZ

La luz del sol varía su temperatura de color dependiendo de la hora del día, de la presencia o ausencia de nubes, de la estación del año y de la situación geográfica en la que nos encontremos.

Horas de luz natural – 21 de junio: 15 h y 1 min – en mi situación geográfica

En la iluminación de un espacio tenemos que tener un especial cuidado en la elección de las fuentes de luz, ya que el color y la intensidad de la luz que producen  tienen un importante efecto en nuestros biorritmos.  Pues, son éstos los factores que regulan nuestros ciclos de día-noche y vigilia-sueño.

Hablamos de tres tipos de luz basándonos en la temperatura de color: luz fría, luz neutra y luz cálida.  Cada una de ellas actúa de manera diferente sobre nuestro cuerpo regulando nuestros biorritmos.

Por eso, dependiendo del uso del espacio a iluminar, tendremos que usar luz cálida, luz neutra o luz fría, o una combinación de ellas, para respetar al máximo nuestro cuerpo y, nuestra percepción de los espacios y objetos.

Vamos a ver, brevemente cada una de ellas, cómo nos afectan y dónde utilizarlas.

LA LUZ FRÍA

La luz fría, con una temperatura de color de entre 5000-6500 grados Kelvin (K), se corresponde con la luz de las primeras horas del día, la que nos provoca una activación generalizada del cuerpo. Por lo que estaría recomendada para espacios en los que se realicen actividades en las que se requiera a una máxima coordinación, mayor capacidad de reacción y mayor eficiencia cardiovascular y muscular.

En una vivienda, uno de esos espacios sería la cocina, ya sea en las zonas de trabajo, bajo armarios, en la iluminación general y sobre la mesa.

Esta iluminación deberá tener un índice de reproducción cromático (I.R.C. o C.R.I.) lo más cercano posible a 100, para una mejor reproducción de los colores, ya que la utilización de luz cálida o de bajo I.R.C. cambiaría bastante el color de lo que vamos a comer, haciéndolo poco apetecible.

Otra de las ventajas, es que a misma intensidad aporta mayor cantidad de lumens, generando la percepción de mayor luminosidad.

Otros espacios de la vivienda serían los baños y, despacho o zonas  de trabajo o estudio.

En el baño tenemos que tener en cuenta que, en la zona que  utilicemos para higiene facial o maquillaje, la luz debería estar más cercana a 5000K o 4000K, con un I.R.C. de 100 o muy cercano a 100, y siempre con iluminación lateral, ya que la cenital endurece las facciones y, por lo tanto, distorsiona el resultado.

No utilizar luz fría en los dormitorios ni en zonas en las que buscamos relajación ya que alteraría nuestros biorritmos impidiendo el descanso.

Si estamos en espacios donde se realizan diferentes actividades se debe combinar ambos tipos de iluminación, utilizando luminarias con luz fría sobre la mesa, auxiliares de lectura con luz fría y el resto del salón con luz cálida.

LA LUZ NEUTRA

La luz neutra, con una temperatura de color de 3500K-4000K, sigue manteniendo nuestros sentidos en estado de alerta, por lo tanto, nuestro cuerpo sigue en máxima coordinación, capacidad de reacción y eficiencia.

Se utilizará en la vivienda en espacios destinados a estudio, trabajo y lectura. Debemos estar muy atentos al I.R.C. de las fuentes de luz. También el baño y el vestidor serían espacios adecuados. 

LA LUZ CÁLIDA

La luz cálida, con una temperatura de color de entre 2600K-3400k, equivalente a la luz del atardecer, nos lleva a una mayor relajación y preparación al sueño, comenzando la segregación de melatonina.

La utilizaremos en el salón, la sala de estar, los dormitorios, nunca en la cocina ni en el vestidor, por distorsionar la percepción de los colores.

Debemos tener en cuenta que, la luz artificial obliga al cerebro a esforzarse más en la tarea que vamos a realizar, por lo que, será aconsejable aprovechar al máximo la luz natural.

Las consecuencias de una incorrecta iluminación es la no sincronización de nuestros biorritmos con el exterior produciendo alteraciones en nuestra salud y en nuestro estado de ánimo.

Actualmente, podemos elegir entre una gran cantidad de luminarias que permiten controlar la intensidad de la luz que emiten y cambiar la temperatura de color.

La tecnología CCT (Correlated Color Temperature) permite modificar la temperatura de color según las necesidades de cada momento.

Existen en el mercado equipos como Human Centric Lighting que  permiten sincronizar la luz artificial con la luz natural, abordando los efectos no visuales de la luz, los emocionales y los biológicos.

NEUROARQUITECTURA – NEURODISEÑO

La naturaleza nos ha ido modelando según hemos ido evolucionando, por lo que nuestro cerebro está sintonizado con el entorno. 

Con el tiempo, hemos aprendido a adaptar los espacios para ganar confortabilidad y no sufrir los rigores térmicos. No obstante, disfrutamos del contacto con la naturaleza, disfrutamos de estar al aire libre.

Los órganos de los sentidos nos proporcionan la información que nos permite relacionarnos con el mundo físico. Las emociones y sentimientos se desarrollaron para poder sobrevivir como especie.

Percibimos las sensaciones por los sentidos: olfato, vista, oído, gusto y tacto. Aunque, este último tiene muchas divisiones: la temperatura, el dolor, la presión… A estos sentidos tenemos que añadir el sentido del equilibrio, el movimiento, la posición de nuestro cuerpo en el espacio. Pero, es el cerebro el que procesa todos los estímulos que recibimos y con ellos construye una realidad.

La Neurociencia es el estudio científico del sistema nervioso central, de sus aplicaciones en la cognición y en la conducta humana. Estudia la frecuencia cardiaca, la dilatación de la pupila, el ritmo respiratorio, movimiento ocular, presión cardiaca…

La neurociencia cognitiva relaciona el cerebro con conductas y capacidades cognitivas como la memoria, el lenguaje o la atención. Es esta ciencia la que da respuesta a por qué un interior nos provoca emociones, nos parece agradable o nos sentimos incómodos en él.

Nuestro cuerpo reacciona segregando serotonina (llamada hormona de la felicidad, por generar sensaciones de bienestar, relajación, satisfacción, aumentar la concentración y la autoestima) cuando se encuentra con la sección áurea, cuando reconocemos la armonía en los elementos que nos rodean.

Número PHI

La sección áurea (también llamada: secuencia de Fibonacci, número Phi, Divina Proporción…) es un concepto matemático que se encuentra presente en la naturaleza, el cuerpo humano… La disposición de los pétalos de las flores, de las hojas en un tallo, la concha de un nautilus, la disposición de una galaxia… responden a ella.  Estamos acostumbrados a verla y, aunque no de forma consciente, a reconocerla. La percepción de la belleza radica en la proporción áurea, o dicho de otro modo, algo nos parece más o menos bello, si la relación de sus proporciones se acerca o se aleja del número Phi.

La neuroarquitectura se interesa por cómo afecta el espacio a las percepciones que tenemos y cómo afectan al comportamiento humano. Busca crear espacios para el bienestar y la calidad de vida.  Espacios que reduzcan el estrés y la ansiedad.

Las dimensiones, las formas, la iluminación, los colores, las texturas, la temperatura y calidad del aire, influyen en nuestras emociones, en nuestras actitudes y en las decisiones que tomamos, impactando de forma positiva o negativa en nuestra vida.

Para poder conseguir un espacio que nos proporcione bienestar, primero tenemos que analizar de qué forma este espacio puede influir en nosotros. Centrarnos en el usuario al que va dirigido. Diseñar pensando en su bienestar, analizando la ergonomía, buscando el confort y calidad de vida. Diseñar espacios que reduzcan la ansiedad y el estrés, mejoren la productividad y la felicidad. 

Las formas geométricas empleadas para el diseño de un espacio afectan a la percepción del mismo, por ejemplo, un espacio rectangular se percibe como menos agobiante que uno cuadrado,  los ángulos muy marcados favorecen el estrés, las curvas dan sensación de seguridad y comodidad.

La altura de los techos influye, positiva o negativamente, en la concentración y en las actividades a desarrollar en un espacio, por lo que ésta dependerá de la actividad a la que irá destinado.

La iluminación artificial obliga al cerebro a esforzarse más para realizar una tarea, afectando negativamente en la productividad. Será necesario, por lo tanto, el máximo aprovechamiento de la luz natural.

Los colores condicionan el estado de ánimo de las personas, siendo necesario conocer la personalidad del usuario y sus necesidades, además de relacionar la actividad a realizar en un espacio con los tonos a aplicar.

Aplicar todos estos principios en el diseño implica considerar al usuario en su dimensión física, biológica, cognitiva, psicológica, emocional, motivacional y conductual. Es mirarlo desde una perspectiva integral y, no como un medio para la obtención de un beneficio económico.

Es buscar su mejor calidad de vida.

DISEÑAR PARA LA DIVERSIDAD

ARQUITECTURA PARA PERSONAS CON CAPACIDADES  FUNCIONALES DIVERSAS

En una vivienda se contiene buena parte de nuestra vida, por ella  desarrollamos un sentido de permanencia al barrio,  a nuestro pueblo o  ciudad, que junto con la convivencia con los vecinos, forma parte de nuestros recuerdos. Recordamos sus colores, los olores, nuestra infancia, las celebraciones…

La vivienda, el hogar de una persona o de una familia, debería ser cómoda y saludable. Ser lugar de tranquilidad, seguridad y protección.  El lugar donde disfrutar de la soledad o donde recibir a familiares y amigos, según se quiera o convenga.

Pero, no todas las personas pueden disfrutar de la misma comodidad y seguridad.  Algunas personas, ya sea por discapacidad congénita o adquirida o, simplemente por el propio proceso de envejecimiento, no se sienten cómodas, ni seguras y protegidas en su propia casa. Sufren incomodidades diarias por carecer de la necesaria autonomía, teniendo que depender de un familiar o cuidador para poder hacer el mayor número de actividades.

Cuando la construcción de viviendas se convierte en negocio, éstas se construyen en búsqueda del mayor margen de beneficio (teniendo en cuenta todos los costes computables: coste del suelo, precio de los materiales, de la propia construcción, las instalaciones –que se van incrementando según los avances tecnológicos y normativos-, etc. También afecta la competencia, el ajuste de los plazos de ejecución y la reducción de precios de venta),  por lo que se realiza el diseño para un cliente ideal. 

Las viviendas no se adaptan a las necesidades de las personas con diversidad funcional, por lo que son éstas, las que además de comprar una vivienda, la tienen que adaptar según sus necesidades, aumentado el precio final, siendo ellos precisamente, los que suelen carecer de recursos económicos para ello.

La nueva normativa obliga a adaptar los accesos a zonas comunes y, se construyen algunas viviendas que denominan adaptadas, pero la adaptación, en ambos casos, se limita a estándares de personas con movilidad reducida.  Pero, no todos tenemos las mismas necesidades y, se olvidan de las personas que tienen otras discapacidades.

El diseño para todos en la arquitectura, debería desarrollar las soluciones más adecuadas a las necesidades de los potenciales usuarios, atendiendo a las diversas capacidades funcionales o cognitivas, para que las personas se puedan desarrollar, física y emocionalmente, con la mayor dignidad y normalidad posible.

Un mal diseño perjudica, limita y discrimina a las personas que presentan algún tipo de capacidad limitada.  Conocer y entender las diferentes capacidades y, por lo tanto, las limitaciones, es indispensable para mejorar el diseño de las viviendas.

Las personas con movilidad reducida, necesitan disponer de superficies mayores que faciliten su día a día, para, independientemente de las capacidades particulares de movimiento, y sin esfuerzos innecesarios, poder realizar el máximo de actividades de manera autónoma.  Para diseñar su cocina y su baño, pasillos, armarios… será inexcusable adoptar todas las medidas necesarias que favorezcan el uso y la comodidad. 

Un buen diseño, también puede favorecer la vida de las personas con pérdida de visión, con pérdida auditiva o, pérdida de capacidad cognitiva. Sería aconsejable, que algunas de estas medidas genéricas, se tuvieran en cuenta en la construcción de nuevas viviendas y, de esta manera, favorecer a todos, ya que el paso de los años no perdona a nadie.

Facilitar las soluciones adecuadas a las necesidades de los usuarios

INFLUENCIA DE LA ILUMINACIÓN EN NUESTRA SALUD Y BIENESTAR

DISEÑAR CON LA LUZ

Imagen de la ESA –
European Space Agency

Desde pequeños hemos pintado el Sol de color amarillo o casi naranja; pero, realmente, ¿de qué color es el Sol?  ¿De qué color percibimos su luz? ¿Cómo nos afecta su luz?

Primero nos fijamos en ¿a qué llamamos luz solar? De manera breve, es la propagación de energía pero no de materia, está compuesta por fotones, que son las partículas portadoras de la radiación electromagnética. 

La conocemos como luz blanca. 

Este color blanco es la suma de los diferentes colores que la componen, cada uno con su longitud de onda y frecuencia específica. Podemos ver la descomposición por colores, a simple vista, cada vez que vemos el arco iris.

Sus colores los conocemos todos: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta.

Al llegar a la atmósfera, se produce una dispersión de las longitudes de onda más cortas, los componentes azules del espectro, por eso percibimos el cielo de ese color. Al atardecer, la atmósfera es más densa produciéndose menor dispersión, por lo que podemos percibir las longitudes de onda más largas, de color amarillo y rojo.​

Por lo tanto, la percepción que tenemos de la luz va variando a lo largo del día por el movimiento de rotación de la tierra, pero también con las estaciones del año por la inclinación del planeta y, por su posición orbital.

Son estas variaciones de color, direccionalidad e intensidad, las que regulan nuestros ciclos de día- noche, vigilia-sueño.

Los seres humanos hemos evolucionado bajo la influencia del ciclo día-noche, las actividades de nuestros antepasados estaban basadas en el ciclo luz-oscuridad.

Nuestros ritmos circadianos están programados para la luz solar y la ausencia de ésta:

De las 06:00 a las 12:00 h la luz del sol promueve la activación, con un incremento de la presión arterial, la interrupción de la melatonina e incremento de la testosterona generando una activación generalizada de nuestro cuerpo.

De las 12:00 a las 18:00 h la temperatura de color más fría lleva al cuerpo a una máxima coordinación, mayor capacidad de reacción y mayor eficiencia cardiovascular y muscular.

De las 18:00 a las 00:00 h la luz se va atenuando y cambiando a un tono más cálido, llevándonos a una mayor relajación y preparación al sueño.

En el ciclo día-noche, la luz del Sol, por su color e intensidad variables, marcan el ritmo de secreción de hormonas responsables de los procesos de inducción al sueño, desactivación del sistema digestivo… Por la noche el cuerpo aprovecha para regenerarse, depurarse, reequilibrarse y prepararse para una nueva jornada, por eso es necesario un buen descanso durante la noche.

Sin embargo, actualmente, pasamos más del 80% de nuestro tiempo en el interior de espacios construidos, iluminados con luz artificial.  La luz eléctrica difiere, en gran medida, de la luz solar en términos de intensidad, color y direccionalidad, alterando nuestros ritmos circadianos.

Las consecuencias de una incorrecta iluminación es la no sincronización de nuestros ritmos con el exterior y, las consecuencias van a ser:

  • Alteraciones hormonales y del sistema inmunológico, por lo tanto, se resentirá nuestra salud.
  • Alteraciones del estado de ánimo: trastorno estacional, escasa productividad, depresión,…

Por esta razón es necesario adecuar la iluminación, tanto en intensidad de luz, en temperatura de color, así como el índice de reproducción cromática a las necesidades de la actividad que realicemos en cada habitación, según el momento del ciclo día-noche en que se realice. 

Aportar la luz adecuada, en el lugar adecuado, en el momento adecuado, mejorará nuestras capacidades visuales y psicológicas, mejorando nuestra salud y nuestro bienestar.